La efectividad de la monocloramina en la prevención de la Legionella en agua caliente sanitaria ha sido ampliamente reconocida como crucial en entornos de atención médica, donde el riesgo de infección es especialmente alto. Los pacientes con condiciones de salud comprometidas, como enfermedades pulmonares crónicas o inmunodeficiencia, son particularmente susceptibles a esta bacteria, lo que puede agravar su pronóstico y aumentar el riesgo de complicaciones graves.

En un estudio realizado en un hospital italiano durante un período de diez años, se implementó un enfoque multidisciplinario dirigido por un Grupo de Trabajo que aplicó los principios del Plan de Seguridad del Agua (PSA) de la Organización Mundial de la Salud. Este hospital, uno de los más grandes de Italia, con casi mil camas distribuidas en un extenso campus, enfrentaba el desafío de controlar la Legionella en su sistema de agua caliente sanitaria.

La elección del método de desinfección del agua caliente fue fundamental en la estrategia adoptada. La desinfección térmica se consideró ineficaz debido a estudios que demostraron su incapacidad para prevenir la proliferación de Legionella, y en muchos casos, causaba un rebrote de la bacteria. En cambio, se optó por el uso de monocloramina debido a su capacidad para atacar específicamente las proteínas microbianas y penetrar en el biofilm donde la Legionella puede proliferar.

La monocloramina, un oxidante débil, demostró ser eficaz en la desinfección del agua caliente sin dañar las instalaciones, ya que es compatible tanto con tuberías de plástico como metálicas. A lo largo de la experiencia de diez años, no se registraron fallos en las tuberías ni problemas de corrosión.

El proceso consistió en ablandar el agua caliente hasta los 15 °C y luego tratarla con monocloramina producida y dosificada en el lugar para mantener una concentración residual entre 2 y 3 mg/L. Se realizó un seguimiento regular de las concentraciones de monocloramina y amoníaco en puntos estratégicos dentro del edificio mediante análisis in situ. Además, se analizaron aproximadamente 250 muestras de agua al año para detectar la presencia de Legionella y otros patógenos, lo que permitió una evaluación continua del estado microbiológico de la red.

Los resultados obtenidos respaldaron la efectividad de esta estrategia, ya que el porcentaje de muestras positivas para Legionella se mantuvo por debajo del 1% anual y no se registraron casos de legionelosis nosocomial durante el período de estudio. Este enfoque integral de gestión del riesgo ha demostrado ser crucial para proteger la salud de los pacientes y el personal en entornos hospitalarios donde la prevención de la Legionella es una prioridad fundamental.

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